La Masonería hasta la creación de la Gran Logia de Chile
Tras la creación de la Gran Logia de Londres y Westminster, en 1717, la Masonería especulativa inició un rápido proceso de difusión por Europa continental, surgiendo Grandes Logias en Francia, España, Holanda, Polonia, Italia y Suiza.
Aunque hay antecedentes respecto a la presencia de masones en las colonias de la América española a fines del siglo XVIII, las Logias se organizaron junto con el surgimiento de los procesos políticos y militares que condujeron a la independencia.
En Chile existió la Logia Lautaro, que se mantuvo en actividad hasta el zarpe de la Escuadra Libertadora, cuando José de San Martín dejó el país para ayudar a la independencia del Perú.
En 1827, se organizó una Logia del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que tomó por nombre “Filantropía Chilena”, cuyo Venerable Maestro fue el almirante Manuel Blanco Encalada. De ella se conserva su acta de fundación y algunos otros documentos, pero se desconoce la fecha en que cesaron sus trabajos. Una guerra civil que enfrentó a conservadores y liberales, puso fin al predominio del pensamiento libertario luego de la batalla de Lircay, en 1830, desapareciendo la posibilidad de realizar actividad masónica.
Recién en 1850, gracias a la labor de un grupo de franceses radicados en Valparaíso, la Masonería volvió a nuestro país, con la fundación de la Logia L’Etoile du Pacifique, bajo la obediencia del Gran Oriente de Francia.
A esta Logia llegó Manuel de Lima y Sola, curazoleño avecindado en Valparaíso desde 1843, considerado el fundador de la Masonería chilena. Convencido de la necesidad de tener una Logia que trabajase en idioma castellano, en 1853, De Lima fundó la Unión Fraternal.
Los primeros años de la Gran Logia de Chile
El 24 de mayo de 1862, la Logia Unión Fraternal, junto a una Logia de Concepción (Fraternidad) y otra de Copiapó (Orden y Libertad), Además de una cuarta Logia (Progreso) fundada el mes anterior con integrantes de la Logia creada por Manuel de Lima, declararon instalada la Gran Logia de Chile. Con este paso, los fundadores se declararon independientes del Gran Oriente de Francia.
El primer Gran Maestro fue Juan de Dios Arlegui, cuyo mandato se extendió hasta 1872.
Las primeras tareas de la primera Gran Oficialidad fueron obtener el reconocimiento de las demás potencias masónicas en el mundo y organizarse institucionalmente.
La Gran Logia de Massachusetts, a la que pertenecía la Logia Bethesda, fundada en Valparaíso en 1853, fue la primera en reconocer a la obediencia chilena.
A nivel institucional, la Gran Logia de Chile promulgó su Constitución (1862) y su Reglamento General (1865), adaptando para esto la Constitución y Reglamento del Gran Oriente de Francia, y en 1865 dio su carta patente a la primera Logia fundada en Santiago, Justicia y Libertad N°5.
El éxito alcanzado por la Gran Logia de Chile, le permitió inaugurar un imponente edificio de tres pisos, en la calle Victoria, de Valparaíso, en 1872. Allí trabajaron las Logias nacionales hasta principios del siglo XX.
La Gran Logia de Chile traslada su sede
En octubre de 1906, la asamblea de la Gran Logia acordó trasladar su sede a Santiago, dado que el templo de calle Victoria había sido completamente destruido por el terremoto de agosto de ese año.
Gracias a la fecunda labor de los Grandes Maestros Víctor G. Ewing y Luis A. Navarrete y López, la Gran Logia pudo renovar su actividad, se crearon nuevas Logias y la Masonería fue adquiriendo un rol de relevancia en la sociedad.